viernes, 16 de agosto de 2013

RELATOS CON SABOR /COCO TEA & WINE

COCO TEA & WINE:
LA HISTORIA DETRÁS DE LAS TAZAS



Caía la tarde y con ella llegaba el frío que acompaña casi siempre en horas vespertinas a la zona de El Hatillo, sector que forma parte del mapa de La Gran Caracas pero que a la vez pareciera distante no sólo por la autopista que lo separa, sino por  el tráfico constante que permite acceder a él de forma muy lenta. Por las escaleras mecánicas del centro comercial ubicado en la zona cercana a la plaza tradicional del poblado subía una mujer bellísima, como salida de una casa de modas europea. Su foulard ondeaba a medida que ascendía, llevaba un sombrero en la mano, se acercaba a la pequeña casa de té ubicada en el 5to piso del edificio. La dama llegó por recomendación, quería comprobar lo que le habían comentado.
Como siempre la mesa fue servida con esmero para colocar el festín de sabores y el paseo de olores que desprenden de las teteras con diversas infusiones. La taza escogida para la función de esa hora fue una muy especial. Había pertenecido a una dama de la “Caracas rancia” en el día de su primera comunión.
La mujer dio el primer sorbo y reconoció la pieza que tenía entre sus manos. Preguntó por ella al dueño del local quien personalmente atiende a sus comensales,  y él sonriente contestó que esta especial taza era un presente de su madrina. La memoria vino a ella “yo estuve en esa primera comunión” dijo. El resto de la merienda la dama disfrutó de los pocos rayos de sol que se colaban por el tragaluz del techo, probó  las delicateses servidas en la mesa, escuchó temas la jazzista Ella FitzGerald y se embulló en sus recuerdos.  Al final de su velada se fue complacida. La señora era Alicia Parés Urdaneta viuda de Estrada.
Relatos como este son los que pueden contar las 1.080 tazas que forman parte de la colección de David Hernández, un museólogo con vocación por el servicio que afirma ser feliz porque hace lo que le gusta, “esta es mi fiesta y mis clientes son mis invitados”.
Coco Tea and Wine es uno de los locales más particulares de Caracas, allí se pueden escoger entre unas cien infusiones traídas de la india y otros países lejanos; sobre la mesa se colocan caviar sobre pétalos de rosa, uvas rellenas de mostaza Dijon, palitos envueltos en jamón serrano, manzanas verdes con bolitas de queso de cabra, dulces variados, frutos secos… las tazas para tomar el té pudieron haber pertenecido a Rómulo Betancourt, Gerald Ford o Miguel Bosé. El ambiente invita a relajarse y vivir la fantasía que se revela ante los ojos. David comenta su propósito: “yo no pretendo nada con esta merienda, solo que disfruten”.
Cuenta quien aprendió de té gracias a una maestría en Inglaterra, pero más por su convivencia con una familia londinense que lo acogió, que esta infusión va más allá de sus propiedades sobre el cuerpo humano; para él y para quienes visitan su local, este es el momento de relajarse, el ritual donde dejan atrás las preocupaciones, donde se cuentan los secretos, donde se celebran los éxitos. Así lo afirma Lolita Octavio, quien con sus amigas asiste cada miércoles puntual a las cuatro a disfrutar de una tertulia en este café. Ella es una de las comensales que regaló a David una taza, él dice que algunas las ha obtenido en subastas, otras son obsequios muy preciados.
La de Lolita perteneció a su bisabuela, es una particular pieza de colores vivos donde predomina el rojo y el azul, el plato tiene una original forma ovalada que permite colocar galletas pequeñas a su lado cuando se sirve el té. La vajilla fue traída especialmente de Japón para la conmemoración de la hora del té en su familia: “Mis cuatro abuelos tenían diferentes nacionalidades, y los unía precisamente este ritual. Ese momento era sagrado en mi casa, todas las actividades se paralizaban y mis recuerdos más hermosos giran en torno a esas horas: mi abuela haciendo polvorosas, los mayores conversando, la gente querida reunida”.
Así estos relatos van saludando de mesa en mesa en boca de su anfitrión. David dice que sus tazas parecieran tener vida y escoger al cliente para contar su historia a través de sorbos. ¿Cuánto no podría saber de la política de este país la vajilla que se colocaba sobre el escritorio de Pérez Jiménez en sus reuniones?, ¿qué cuentos de amor, de decepción, o cuantas decisiones se habrán tomado ante cada una de las tazas que se exhiben en sus mostradores? En forma de pregunta responde David Hernández a su afición de coleccionarlas, cuidarlas y compartirlas cada tarde en su fiesta particular en el último piso de un centro comercial que ve apagarse el día a través de su claraboya  en una de las poblaciones más tranquilas de una capital que pareciera muy salvaje.













Texto: Erika Paz
            @erikapazr erikapaz.findesemana@gmail.com      
Fotos: Raymar Velásquez
            @raymarven raymarvelasquez@hotmail.com

LAS COORDENADAS
Coco Tea & Wine
5to Piso
Centro Comercial Paseo El Hatillo

LOS DATOS
-          Una merienda de té para 2 personas puede costar 600 Bs

-          El local atiende un poco más de 30 comensales por día

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