TINTORERO
ENTRE COLORES
Cuando los
europeos llegaron a estas tierras vieron con asombro como los indígenas eran
maestros en el arte de convertir algodón en piezas utilitarias. Juan
Evangelista Torrealba comenzó con la historia del tejido en el caserío de
Tintorero a finales de 1.800. Su legado quedó en manos de Sixto Sarmiento quien
fue su aprendiz. Ambas familias forjaron la tradición de un poblado que se
mueve por sus costumbres, que honra a sus antepasados, que lucha por sobrevivir
a fuerza de enamorar al visitante con sus tejidos.
Texto:
Erika Paz
@erikapazr
Fotos:
Raymar Velásquez
@raymarven
Es casi imposible no pararse en el mercado
artesanal de Tintorero cuando se viaja por las carreteras del Estado Lara. Pues
tanto el pueblo como su feria se encuentran al lado la gran autopista que conduce hacia la zona de
Carora. Allí todos los fines de semana (y muchas veces durante la semana) se
levantan las santa marías de unos puesticos ubicados en una estructura de ladrillos
y tejas, los habitantes del lugar arman sus tarantines en ese espacio
habilitado desde 1986 para ellos, acomodan lo que han elaborado en sus casas y
lo exhiben orgullos al turista que venga a visitarlos.
Dicen que el origen de Tintorero se puede buscar a
finales del siglo XIX cuando Juan Evangelista Torrealba llegó a la zona de El
Ermitaño con su esposa y al pie de ese cerro comienza a elaborar sus piezas, y se
dedicó a preparar a sus hijos y a sus vecinos para el oficio. De esta forma fue como Sixto Sarmiento
llegó a su taller, se convirtió en su ayudante y luego en uno de los nombres
más destacados dentro de la historia del tejido de estas tierras. Con esto se
dio inicio a la historia de trabajo de esta aldea artesanal que con los años
aprendió a ser organizada y prospera.
Tejer es un
Arte
Eso es lo que dice Alida Pérez cuando se le
pregunta por el oficio que hace a diario. Ella aprendió la técnica de su esposo
Euclides Montez quien es descendiente de los Sarmiento. En su casa, hijos,
nueras, yernos, sobrinos y primos trabajan incansablemente a diario. Elaboran
hamacas, chinchorros, manteles, cobijas y todo aquello que se pueda hacer bajo
el auspicio del telar. Pasar por el área donde se borda es como asistir a un espectáculo
de baile. Los pies de cada trabajador parecieran sincronizados, las manos se
mueven de un lado a otro buscando combinar los colores. Del aparato de madera
saltan los tonos naranjas mezclados con el marrón, rosados se alternan con
morados; rojos, azules y amarillos forman el tricolor venezolano.
Alida ha
tratado de llevar tanto color fuera de las fronteras de su estado, ha
incentivado a los pobladores de Tintorero
a participar en ferias, es de aquellas mujeres que le gusta que se sepa
que en este pueblito de no más de 400 habitantes se trabaja duro cada día.
Alida y Euclides venden las hamacas en 400 ó 500
bolívares, dependiendo del tamaño y forma. Casi todos venderlas al mismo
precio. Tratan de mantenerlo porque están conscientes de que esto no es un
producto de primera necesidad pero también saben que se trata de una obra de
arte. Sin embargo, el problema de importación los afecta y tienen que comprar materia prima al primero que la
ofrezca sin importar el precio. Comenta ella que antes la lana se sacaba de las
ovejas, se teñía de forma artesanal, con preparados de plantas y flores, pero
que eso se perdió con el tiempo “por lo menos aun tejemos, y esperamos que nuestros
nietos y sus hijos sigan manteniendo viva la tradición”.
De Todo en
El paseo Artesanal
No solo del tejido vive Tintorero, hay que recordar
que Lara es famosa por la variedad artesanal que prolifera de las manos de sus
habitantes. Así que en el mercado de este pueblo se puede encontrar barro y
madera trabajado de diferentes maneras. Luis Sequera tiene su puesto en la feria
desde hace casi veinte años. Se dedicó a
fabricar piezas en gres. Dice que vende muy bien las vajillas y las cafeteras. Un
juego de tazas en su puesto puede costar setenta bolívares. Él bendice estar en
la entrada del paseo artesanal, pues casi todo el que pasa entra a su negocio. Juan Carlos Concepción y Rosa
Covena tienen su tiendita justo en frente el espacio que hace las veces de
plaza central del mercado. Ellos trabajan hace 11 años allí ofreciendo
artículos hechos a base de tagua. Rosa llama a esta semilla marfil vegetal y
dice que es traído del Amazonas. Con
esta su esposo hace pulseras, collares, llaveros y recuerdos. Ella les
graba nombres, sus hijos ayudan a lijar
y dar forma a las piezas y entre todos
atienden el local donde ofrecen artículos que cuestan entre cincuenta y
doscientos bolívares. Ella cuenta que se vino de Barquisimeto a buscar un lugar
más tranquilo para trabajar y formar una familia y aquí lo consiguió.
Para Comer
Bien
No solo para comprar adornos, hamacas, ollas de
barro e instrumentos musicales sirve una visita a Tintorero. También se pueden
probar platos típicos de la gastronomía larense y otros tantos que allí se han
inventado. En el mercado se encuentran ventas de cachapas, helados, panes y dos restaurantes. Agua de
Manantial es uno de ellos. Néstor Guerrero es un merideño prestado a este suelo
desde hace catorce años, especializado
en la fabricación de artículos en madera decidió unir su arte con la
gastronomía. Su local es un punto de referencia y parada de muchos conductores
cuando pasan por la zona. Allí venden ovejo al horno, pabellón y chivo;
también ofrecen un plato que Guerrero asegura es especial, lo
llamaron Primavera de Pollo y se
trata de una pechuga que lleva jamón,
queso y crema de maíz al que acompañan con arroz, ensalada y tajada. Dice que él
y su esposa lo inventaron y hoy en día es el producto que identifica su
restaurante.
Cuenta Néstor
que aunque el fuerte de la zona es el tejido, todo tipo de artesanía es bien
recibida y por ello el lugar se ha convertido en un centro artesanal por excelencia
en Venezuela. Pero más allá de eso Tintorero es una población donde la cultura
es materia obligada, donde cada habitante tiene la responsabilidad de pasar el
testigo de generación en generación, donde todos han enfocado el concepto de
comercialización en base al trabajo colectivo, lo que les ha permitido ofertar
más que artículos, pues la sonrisa amable son el mejor regalo para la persona
que hace un alto en el camino para visitarlos.
EL DATO
- - Tintorero se ubica a unos 20 minutos de
distancia de la ciudad de Barquisimeto
- - En Tintorero se realiza cada año a principios
del mes de agosto una feria internacional que con exponentes de diversas
partes de América.
- - Su nombre deriva de las tinturas naturales que
utilizaban los indígenas gayones, ayaguas, cámagos, coyones, caquetíos y
jiraharas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario