viernes, 16 de agosto de 2013

RELATOS CON SABOR /COCO TEA & WINE

COCO TEA & WINE:
LA HISTORIA DETRÁS DE LAS TAZAS



Caía la tarde y con ella llegaba el frío que acompaña casi siempre en horas vespertinas a la zona de El Hatillo, sector que forma parte del mapa de La Gran Caracas pero que a la vez pareciera distante no sólo por la autopista que lo separa, sino por  el tráfico constante que permite acceder a él de forma muy lenta. Por las escaleras mecánicas del centro comercial ubicado en la zona cercana a la plaza tradicional del poblado subía una mujer bellísima, como salida de una casa de modas europea. Su foulard ondeaba a medida que ascendía, llevaba un sombrero en la mano, se acercaba a la pequeña casa de té ubicada en el 5to piso del edificio. La dama llegó por recomendación, quería comprobar lo que le habían comentado.
Como siempre la mesa fue servida con esmero para colocar el festín de sabores y el paseo de olores que desprenden de las teteras con diversas infusiones. La taza escogida para la función de esa hora fue una muy especial. Había pertenecido a una dama de la “Caracas rancia” en el día de su primera comunión.
La mujer dio el primer sorbo y reconoció la pieza que tenía entre sus manos. Preguntó por ella al dueño del local quien personalmente atiende a sus comensales,  y él sonriente contestó que esta especial taza era un presente de su madrina. La memoria vino a ella “yo estuve en esa primera comunión” dijo. El resto de la merienda la dama disfrutó de los pocos rayos de sol que se colaban por el tragaluz del techo, probó  las delicateses servidas en la mesa, escuchó temas la jazzista Ella FitzGerald y se embulló en sus recuerdos.  Al final de su velada se fue complacida. La señora era Alicia Parés Urdaneta viuda de Estrada.
Relatos como este son los que pueden contar las 1.080 tazas que forman parte de la colección de David Hernández, un museólogo con vocación por el servicio que afirma ser feliz porque hace lo que le gusta, “esta es mi fiesta y mis clientes son mis invitados”.
Coco Tea and Wine es uno de los locales más particulares de Caracas, allí se pueden escoger entre unas cien infusiones traídas de la india y otros países lejanos; sobre la mesa se colocan caviar sobre pétalos de rosa, uvas rellenas de mostaza Dijon, palitos envueltos en jamón serrano, manzanas verdes con bolitas de queso de cabra, dulces variados, frutos secos… las tazas para tomar el té pudieron haber pertenecido a Rómulo Betancourt, Gerald Ford o Miguel Bosé. El ambiente invita a relajarse y vivir la fantasía que se revela ante los ojos. David comenta su propósito: “yo no pretendo nada con esta merienda, solo que disfruten”.
Cuenta quien aprendió de té gracias a una maestría en Inglaterra, pero más por su convivencia con una familia londinense que lo acogió, que esta infusión va más allá de sus propiedades sobre el cuerpo humano; para él y para quienes visitan su local, este es el momento de relajarse, el ritual donde dejan atrás las preocupaciones, donde se cuentan los secretos, donde se celebran los éxitos. Así lo afirma Lolita Octavio, quien con sus amigas asiste cada miércoles puntual a las cuatro a disfrutar de una tertulia en este café. Ella es una de las comensales que regaló a David una taza, él dice que algunas las ha obtenido en subastas, otras son obsequios muy preciados.
La de Lolita perteneció a su bisabuela, es una particular pieza de colores vivos donde predomina el rojo y el azul, el plato tiene una original forma ovalada que permite colocar galletas pequeñas a su lado cuando se sirve el té. La vajilla fue traída especialmente de Japón para la conmemoración de la hora del té en su familia: “Mis cuatro abuelos tenían diferentes nacionalidades, y los unía precisamente este ritual. Ese momento era sagrado en mi casa, todas las actividades se paralizaban y mis recuerdos más hermosos giran en torno a esas horas: mi abuela haciendo polvorosas, los mayores conversando, la gente querida reunida”.
Así estos relatos van saludando de mesa en mesa en boca de su anfitrión. David dice que sus tazas parecieran tener vida y escoger al cliente para contar su historia a través de sorbos. ¿Cuánto no podría saber de la política de este país la vajilla que se colocaba sobre el escritorio de Pérez Jiménez en sus reuniones?, ¿qué cuentos de amor, de decepción, o cuantas decisiones se habrán tomado ante cada una de las tazas que se exhiben en sus mostradores? En forma de pregunta responde David Hernández a su afición de coleccionarlas, cuidarlas y compartirlas cada tarde en su fiesta particular en el último piso de un centro comercial que ve apagarse el día a través de su claraboya  en una de las poblaciones más tranquilas de una capital que pareciera muy salvaje.













Texto: Erika Paz
            @erikapazr erikapaz.findesemana@gmail.com      
Fotos: Raymar Velásquez
            @raymarven raymarvelasquez@hotmail.com

LAS COORDENADAS
Coco Tea & Wine
5to Piso
Centro Comercial Paseo El Hatillo

LOS DATOS
-          Una merienda de té para 2 personas puede costar 600 Bs

-          El local atiende un poco más de 30 comensales por día

LOS CUENTOS DE MI TIERRA / NIQUITAO: DETENIDO EN EL TIEMPO


NIQUITAO: DETENIDO EN EL TIEMPO

Unos 25 kilómetros separan a Niquitao de la capital del municipio Boconó en el Estado Trujillo. Zona agrícola y de encantos andinos, envueltos en una temperatura de 16 °C, este sitio se muestra como uno de los lugares más apacibles que la vista haya podido observar. Un paseo por sus calles hace sentir a cualquier visitante caminando por la Venezuela de hace 400 años.


Alguna vez escuché que Trujillo potencialmente, era el estado más turístico de Venezuela, pues cada uno de sus rincones tiene un encanto particular y  que en general ese aire de población de antaño le otorgaba el encanto de seducir al turista. Amén del problema de su vialidad, ciertamente esta pequeña entidad ofrece una gama de paisajes que se pasean por todos los tonos de verdes, y el camino a Niquitao no es la excepción.
El recorrido desde Boconó  a este pueblito, como de media hora, permite al visitante regodearse entre siembras de hortalizas, flores, hombres a caballo, mulas llevando la carga, el verde de las montañas y al final, un pueblito como sacado de las páginas de un libro de historia. De esos de calles angostas, muchas de piedras, casas de techos altos con tejas rojas, envejecidas por el sol, y el lento andar de sus habitantes caminando por el lugar, como si el día tuviera más de 24 horas, o no hubiera algo más importante que hacer, que adornar la hermosa escena. Allí en ese pueblo alumbrado por el sol, aquel turista que busca tranquilidad, realmente la va a encontrar.



A Probar las Mantecadas
De una manera muy rudimentaria, los oriundos de este poblado viven a ratos del turismo, pues su principal actividad económica es la siembra. Pero si, realmente son trabajadores, como se caracteriza a los andinos. Por eso Isabel Moreno pensó que ella tenía que hacer algo con su tiempo de ocio, lo que no sabía es que su producto casero la volvería tan famosa. Cuenta Isabel que cocina mantecadas desde que tienen uso de razón y que recuerda como su papá las llevaba orgulloso en mula a otros estados vecinos cuando no existía la carretera. Esta es una especie de torta que se hace con una combinación de harina (de maíz pilado), huevos, mantequilla, entre otros ingredientes; se colocan en moldecitos cuadrados y se meten un horno de piedra que la familia Moreno ha visto en su casa desde que la adquirieron. El olor de este postre sale por las ventanas de la vivienda y así fue como llegaron los primeros compradores a llevarse sus mantecadas envueltas en papel encerado. Luego se dieron cuenta que Isabel y su hijo son coleccionistas de antigüedades, y así la gente no sólo fue comprando sino recorriendo la estructura colonial para apreciar maquinas de escribir de diferentes generaciones, lanzas que asegura su dueña, fueron utilizadas por los andinos en la lucha independentista, grilletes de la misma época, y periódicos desde la fundación de la prensa en Venezuela. Entre el paseo y la degustación de las mantecadas, la artífice del postre, habla, sonríe, se siente feliz de recibir visita y asegura que vivir en este pedacito de suelo es como estar más cerca del cielo.





De los Vinos y sus Sabores
Precisamente como este pueblo demoró en desarrollarse por la falta de vialidad, hasta hace no mucho tiempo, sus pobladores esperaban los encargos en arreo de bestias que traían y llevaban  mensajes y mercancía. Así  cuentan que  el inmigrante Elbano Batoni se quedó esperando un día los vinos encargados desde su lejana Italia. Decidió así entonces que fabricaría su propio licor. Pero como no había viñedos pidió a sus empleados que recogieran las moras silvestres que nacían a las orillas de los caminos y aplicando la receta de sus ancestros obtuvo un delicioso vino del mosto  de la mora.
De esta forma nació esta empresa familiar que se encuentra en una de las calles de Niquitao y la cual hoy en día los descendientes de Elbano, se encargan de gerenciar. Vinos Batoni se realiza con moras especialmente cultivadas y seleccionadas en una hacienda de San José de la Mesa y luego llevadas a la fábrica artesanal para “utilizar la receta del abuelo” y obtener vinos con diferentes aromas. Seco, semi seco y dulce. Quien pasee por la avenida Bolívar del pueblo, puede pasar y degustar cualquiera de estas presentaciones y si tiene suerte ver la parte del proceso de producción. Además de eso, el relato que cuentan orgullosos los nietos, de cómo su familia echó raíces en este pueblo y como pretenden seguir haciendo vida en este lugar las futuras generaciones.





Naturaleza y Aventura
La visita a Niquitao no se limita a recorrer sus calles sino también a visitar sus alrededores, y los más aventureros pueden hacer caminatas hasta la Teta de Niquitao, que se aprecia en días despejados desde el pueblo. Esta es llamado comúnmente por la comunidad Picachu, y los baquianos hacen organizan excursiones para que  aquellos que cuentan con condiciones físicas puedan emprender la caminata. Ese monumento natural (decretado así en 1996), ofrece el típico paisaje de montaña de arbustos, frailejones y pastizales. Es hogar de oso frontino y el águila real. Y permite a quien lo camina sentirse como ascendiendo por una escalera hacia el azul del cielo. En días soleados desde la cima se pueden ver los páramos merideños y el pico Humboldt, y alrededor lagunas y toda la virginidad de la naturaleza.


Venga y Quédese que hay Donde
No son muchas las opciones de alojamiento dentro del pueblo, pero si, en los últimos años los habitantes de Niquitao han visto en esta una opción de ingresos. La Posada Niquitao fue una de las primeras del pueblo. En una casa de más de 400 años, se instalaron 16 habitaciones alrededor de un patio central, adornado con flores y objetos antiguos que los dueños han recolectado para mostrar al huésped. Un restaurante cuya especialidad es la comida italiana  completa la oferta de este lugar y hace de la estadía una agradable experiencia. Un poco más nuevo es el hostal El Paramito del Medio, este es un complejo amurallado con 6 cuartos, todo decorado con ese estilo que llaman rústico. Un área al aire libre con sombrillas, sirve para servir los desayunos compuestos por pastelitos andinos, bollitos, café caliente y arepas de trigo con queso. Mucoposada Musí es también otra opción, esta pertenece a la red de posada Andes Tropicales que busca fomentar el turismo en las zonas rurales. Su dueño Battone Pujol, es además el cronista del pueblo. Y aparte de ofrecer dos habitaciones con capacidad para ocho personas le muestra a las personas más de la cultura e historia de su pueblo. Llevándolos a recorrer sus calles y los monumentos que para ellos son importantes.  El turista quizás  comience caminando hacia la iglesia dedicada a San Bernabé, pero en los relatos de Pujol advierta que el pueblo es devoto de San Rafael de la Piedrita; y culmine su recorrido por esta tierra a mitad de camino entre Niquitao y las Mesitas, donde se levantó el monumento dedicado a los héroes de la “Batalla de Niquitao”. En ese lugar que muchos utilizan para tomarse fotos, una estructura blanca sobre la cual se erige una especie de obelisco puntiagudo, representa la victoria de José Félix Rivas y sus Tropas en la época independentista;  y el orgullo de los trujillanos de haber formado parte de esta lucha.











LOS DATOS
-          Niquitao se encuentra elevado a 1937 m.s.n.m
-          La Teta de Niquitao es el punto más alto del estado Trujillo, con 4006 mts. de altura.
-          La batalla librada por José Félix Rivas y sus tropas, tuvo lugar el 2 de julio de 1813.
-          Niquitao fue fundado en 1626

SI VOY DONDE ME QUEDO
-          Posada Niquitao: (58)271-8852049 / 414-5926996 pina2mil@yahoo.com
-          Posada Paramito del Medio: (58)272-4150633

-          Mucoposada Musí: (58)271-8852069/416-2704261

LOS CUENTOS DE MI TIERRA / TINTORERO ENTRE COLORES


TINTORERO ENTRE COLORES

Cuando los europeos llegaron a estas tierras vieron con asombro como los indígenas eran maestros en el arte de convertir algodón en piezas utilitarias. Juan Evangelista Torrealba comenzó con la historia del tejido en el caserío de Tintorero a finales de 1.800. Su legado quedó en manos de Sixto Sarmiento quien fue su aprendiz. Ambas familias forjaron la tradición de un poblado que se mueve por sus costumbres, que honra a sus antepasados, que lucha por sobrevivir a fuerza de enamorar al visitante con sus tejidos.

Texto: Erika Paz
             @erikapazr
Fotos: Raymar Velásquez
            @raymarven

Es casi imposible no pararse en el mercado artesanal de Tintorero cuando se viaja por las carreteras del Estado Lara. Pues tanto el pueblo como su feria se encuentran al lado  la gran autopista que conduce hacia la zona de Carora. Allí todos los fines de semana (y muchas veces durante la semana) se levantan las santa marías de unos puesticos ubicados en una estructura de ladrillos y tejas, los habitantes del lugar arman sus tarantines en ese espacio habilitado desde 1986 para ellos, acomodan lo que han elaborado en sus casas y lo exhiben orgullos al turista que venga a visitarlos.
Dicen que el origen de Tintorero se puede buscar a finales del siglo XIX cuando Juan Evangelista Torrealba llegó a la zona de El Ermitaño con su esposa y al pie de ese cerro comienza a elaborar sus piezas, y se dedicó a preparar a sus hijos y a sus vecinos  para el  oficio. De esta forma fue como Sixto Sarmiento llegó a su taller, se convirtió en su ayudante y luego en uno de los nombres más destacados dentro de la historia del tejido de estas tierras. Con esto se dio inicio a la historia de trabajo de esta aldea artesanal que con los años aprendió a ser organizada y prospera.

Tejer es un Arte
Eso es lo que dice Alida Pérez cuando se le pregunta por el oficio que hace a diario. Ella aprendió la técnica de su esposo Euclides Montez quien es descendiente de los Sarmiento. En su casa, hijos, nueras, yernos, sobrinos y primos trabajan incansablemente a diario. Elaboran hamacas, chinchorros, manteles, cobijas y todo aquello que se pueda hacer bajo el auspicio del telar. Pasar por el área  donde se borda es como asistir a un espectáculo de baile. Los pies de cada trabajador parecieran sincronizados, las manos se mueven de un lado a otro buscando combinar los colores. Del aparato de madera saltan los tonos naranjas mezclados con el marrón, rosados se alternan con morados; rojos, azules y amarillos forman el tricolor venezolano.
Alida  ha tratado de llevar tanto color fuera de las fronteras de su estado, ha incentivado a los pobladores de Tintorero  a participar en ferias, es de aquellas mujeres que le gusta que se sepa que en este pueblito de no más de 400 habitantes se trabaja duro cada día.
Alida y Euclides venden las hamacas en 400 ó 500 bolívares, dependiendo del tamaño y forma. Casi todos venderlas al mismo precio. Tratan de mantenerlo porque están conscientes de que esto no es un producto de primera necesidad pero también saben que se trata de una obra de arte. Sin embargo, el problema de importación los afecta y tienen  que comprar materia prima al primero que la ofrezca sin importar el precio. Comenta ella que antes la lana se sacaba de las ovejas, se teñía de forma artesanal, con preparados de plantas y flores, pero que eso se perdió con el tiempo “por lo menos aun tejemos, y esperamos que nuestros nietos y sus hijos sigan manteniendo viva la tradición”.



De Todo en El paseo Artesanal
No solo del tejido vive Tintorero, hay que recordar que Lara es famosa por la variedad artesanal que prolifera de las manos de sus habitantes. Así que en el mercado de este pueblo se puede encontrar barro y madera trabajado de diferentes maneras. Luis Sequera tiene su puesto en la feria desde hace casi veinte años.  Se dedicó a fabricar piezas en gres. Dice que vende muy bien las vajillas y las cafeteras. Un juego de tazas en su puesto puede costar setenta bolívares. Él bendice estar en la entrada del paseo artesanal, pues casi todo el que pasa entra  a su negocio. Juan Carlos Concepción y Rosa Covena tienen su tiendita justo en frente el espacio que hace las veces de plaza central del mercado. Ellos trabajan hace 11 años allí ofreciendo artículos hechos a base de tagua. Rosa llama a esta semilla marfil vegetal y dice que es traído  del Amazonas. Con esta su esposo hace pulseras, collares, llaveros y recuerdos. Ella les graba  nombres, sus hijos ayudan a lijar y dar forma  a las piezas y entre todos atienden el local donde ofrecen artículos que cuestan entre cincuenta y doscientos bolívares. Ella cuenta que se vino de Barquisimeto a buscar un lugar más tranquilo para trabajar y formar una familia y aquí lo consiguió.





Para Comer Bien
No solo para comprar adornos, hamacas, ollas de barro e instrumentos musicales sirve una visita a Tintorero. También se pueden probar platos típicos de la gastronomía larense y otros tantos que allí se han inventado. En el mercado se encuentran ventas de cachapas,  helados, panes y dos restaurantes. Agua de Manantial es uno de ellos. Néstor Guerrero es un merideño prestado a este suelo desde hace catorce años,  especializado en la fabricación de artículos en madera decidió unir su arte con la gastronomía. Su local es un punto de referencia y parada de muchos conductores cuando pasan por la zona. Allí venden ovejo al horno, pabellón y chivo; también  ofrecen  un plato que Guerrero asegura es especial, lo llamaron Primavera de Pollo y se trata de una pechuga  que lleva jamón, queso y crema de maíz al que acompañan con arroz, ensalada y tajada. Dice que él y su esposa lo inventaron y hoy en día es el producto que identifica su restaurante.
Cuenta  Néstor que aunque el fuerte de la zona es el tejido, todo tipo de artesanía es bien recibida y por ello el lugar se ha convertido en un centro artesanal por excelencia en Venezuela. Pero más allá de eso Tintorero es una población donde la cultura es materia obligada, donde cada habitante tiene la responsabilidad de pasar el testigo de generación en generación, donde todos han enfocado el concepto de comercialización en base al trabajo colectivo, lo que les ha permitido ofertar más que artículos, pues la sonrisa amable son el mejor regalo para la persona que hace un alto en el camino para visitarlos.


EL DATO
-     Tintorero se ubica a unos 20 minutos de distancia de la ciudad de Barquisimeto
-   -  En Tintorero se realiza cada año a principios del mes de agosto una feria internacional que con exponentes de diversas partes de América.

-  - Su nombre deriva de las tinturas naturales que utilizaban los indígenas gayones, ayaguas, cámagos,               coyones, caquetíos y jiraharas. 

martes, 6 de agosto de 2013

RELATOS CON SABOR / PIZZERÍA PALERMO, TAN CREATIVA COMO LA ZULIANIDAD


PIZZERÍA PALERMO, TAN CREATIVA COMO LA ZULIANIDAD

Texto: Erika Paz
            @erikapazr
Fotos: Raymar Velásquez
            @raymarven

A Alexander Navarro siempre le gustó cocinar. Desde que vivía en su natal Cabimas. Hace veinticinco años llegó a Maracaibo,  la capital del Estado Zulia y se compró una casa vieja en la zona de Santa Lucía. Dice que le atraía el barrio tradicional, su gente y  la historia que encierra. El siguiente paso era iniciar un negocio para sustento del hogar, ¿pero de qué? Un amigo le dijo “monta una pizzería”… y por allí empezó la cosa.
Pizzería Palermo nació hace ocho años y comenzó en la sala de la casa de Alexander. Su esposa lo ayudada a servir las pizzas que hasta ese momento eran básicas, pero de repente el ingenio zuliano le indicó el camino que debía seguir, según explica él soltando una carcajada,  y fue cuando empezó a experimentar con los sabores. Añadió ingredientes como frijoles, caraotas, queso azul, mango, calamares, ovejo desmechado, hasta llegar Al número de 202 tipos del producto.

“El crecimiento de Palermo va con el crecimiento mismo de la casa” dice Navarro. Esta residencia le quedó pequeña al local y tuvo que ser ampliada para poder recibir la gran cantidad de clientes que se acercan cada noche. De la misma forma que el plato la vivienda fue armándose con creatividad, restos de otras estructuras que se estaban derrumbando en la zona fueron utilizados para culminar de construir los tres ambientes y la terraza que ofrece el sitio. Alexander es coleccionista de antigüedades y adorador de San Benito y la Reina María Lionza, por eso  la bienvenida al lugar la dan dos imágenes del santo y el mito. El resto es un recorrido de chécheres viejos, una pequeña fuente y mesas, sillas y bancos de madera colocados como si estuvieran al descuido en la laberíntica residencia. Sin embargo, nada queda mal parado. Ese aspecto de castillo derruido le sienta  a Palermo. Eso y  sus pizzas son los ingredientes de éxito de este local.



Cuando vaya pida el menú y no se asombre si le pasan un cuaderno con más de quince páginas, pues así de grande es. El visitante pudiera pasar más de diez minutos tratando de escoger lo que va a comer. Alexander se encuentra en la cocina junto a su personal y a veces hace recomendaciones.  Hay una pizza que lleva jojoto chino, palmito y chile. A otras les colocan la base con dos tipos de salsa: tomate y bechamel. Hay una en honor a  la etnia que puebla la Guajira zuliana y se compone de queso de cabra, ovejo y arroz. Una nueva lleva , queso azul y camarones.  En nuestra visita, decidió amalgamar en uno de esos discos de harina de trigo la esencia de nuestros recorridos. Así que combinó carne mechada, tan venezolana como el concepto, camarones para honrar el caribeño mar que nos rodea y su biodiversidad, quesos de diferentes tipos por las tierras del centro del país, ajo porro y otras ramas que contaran historias de los suelos andinos: la llamó Los Cuentos de mi Tierra, y la incluyó en su carta de rarezas culinarias.



El dueño del local cuenta que va probando y va dándose cuenta si el experimento sirve o no. Cuando ya está lista para salir al público las bautiza con un nombre particular.  Pareciera que el experimento con la comida le ha resultado, pues cada noche venden entre 500 y 600 pizzas.
Palermo ya es una referencia turística en la ciudad de Maracaibo, pero también un punto gastronómico para los amantes de este pan plano horneado que de por sí ya es tan popular.



LOS DATOS
-          Pizzería Palermo se encuentra en el Barrio Santa Lucía de Maracaibo. Estado Zulia. Cerca de la antigua Cervecería Polar
-          Entre sus pizzas más exóticas se encuentran:  La Maracucha (con friticas), la Gieggie (queso pecorino, de cabra, sidra y miel de abeja), Tazmania (jamón serrano y tomates secos)

-          Pueden seguirlos por twitter como @esquinadpalermo

LA MISIÓN NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN: DONDE EL VERDE SE DESBORDA


Yaracuy se ubica en el centro occidente del país, de geografía montañosa. Dicen los libros que es porque allí termina la Cordillera de los Andes. En su capital San Felipe predomina la vegetación en sus calles. Arboles a cada lado de la vía hacen más amable la vista de sus avenidas. En las afueras de la ciudad existe un sitio donde se puede decir en voz alta y con signos de exclamación ¡ESTO ES NATURALEZA! El Parque de la Exótica Flora Tropical es ese lugar que combina, paisajes naturales, deportes de aventura, comida gourmet, alojamiento de lujo y hasta relajación para el cuerpo.

Texto: Erika Paz
            @erikapazr
Fotos: Raymar Velásquez
           @raymarven

Una de las cosas más agradables de llegar al Parque de la exótica Flora Tropical es que  en cada visita se encuentran rostros amables y conocidos, Julio Parra es una de esas caras. Este joven yaracuyano ya tiene Trece años conociendo el lugar, recorriéndolo y sintiéndolo suyo. Dice que como él casi todo el personal es seleccionado por Esteban Von Fedak, dueño de la hacienda y  quien aún permanece al pie del cañón, y al frente de lo que fue su visión para estas tierras de las que se enamoró en 1976. Julio fue entrenado para conocer cada una de las plantas que conforman el parque que se precia de ser el más grande de su tipo en  Latinoamérica, y más allá de eso para comprender cada pieza que conforma un lugar que se ha venido levantando poco a poco con los años y que cada vez incorpora más actividades para el disfrute de los diferentes tipos de turistas que lo visitan. Y pese a que confiesa ya no visitarlo tan a menudo como antes pues sus obligaciones lo llevan a otra de las empresas del grupo, es una de las personas más idóneas para dar a conocer el funcionamiento del espacio; el asegura que este rincón tiene un encanto especial que hace que cada visita sea única y sorprendente ante todos los sentidos humanos.



Todo Comienza en la Exótica Flora Tropical
El jardín que conforma este hermoso paisajismo fue creado sobre lo que alguna vez fue una misión de monjes capuchinos entre los siglos XV y XVIII. Para esto se solicitaron los servicios de Jean Philippe Tose, paisajista y botánico de origen francés, quien realizó un trabajo de diez años que consistía en crear “cuadros vivos” como todos los llaman en el sitio. Plantas de Colombia, La India, Cuba, Jamaica, Martinica. Brasil, Italia, Costa Rica fueron traídas al lugar para comenzar la composición.
En la actualidad los visitantes pueden hacer el recorrido de unos cuatro kilómetros caminándolo, en carretas tiradas por caballos o en electro móvil. Los guías siempre amables y sonrientes van contando las historias y mitos del parque, y señalando los diferentes tipos de plantas que se van encontrando en el camino, pues hay más de diez millones de plantas trabajadas.
“La que ven allí es una heliconia, esta otra es una bromelia, aquí hay un tipo de orquídeas y  estas son gingers, comenta la simpática guía”. Los monos araguatos van haciendo también su labor de gritar a cada paso de los turistas. Y en un poco más una hora se completa el paseo que deja un sabor a reencuentro con la tierra.








La Misión y su Encanto
“Cuando removían tierra y daban forma al parque se encontraron los restos de lo que fue la misión”, explica Julio. De allí  nace la idea de darle forma a una casa que asemejara esa estructura. De arquitectura colonial la vivienda principal cuenta con una capilla, una tienda de artesanías, un museo con piezas de la época donde tienen hasta una réplica de la espada de Cristóbal Colón, dice Julio que la más exacta que se ha conocido, y tres restaurantes con diferentes tipos de comidas para complacer paladares. Los fines de semana un grupo musical ameniza las tardes en lo que pareciera un patio de secado. Este se encuentra lleno de guacamayas que se dejan fotografiar junto a los visitantes que desean llevarse el recuerdo.
Piezas como la campana de la capilla y el mismo piso de la pequeña iglesia son originales del siglo XVIII.





El Hotel: Para Desconectarse
La última construcción que se hizo para este complejo fue la del hotel, ochenta y un habitaciones donde el lujo es la materia imperante. De esta forma la gente ya no tendría que irse de este paraíso tropical al finalizar la tarde, sino que también contaría con la opción de quedarse para disfrutarlo durante todo un fin de semana. Julio Parra afirma que las épocas de mayor afluencia de temporadista son las de Carnaval y Semana Santa, pero que sin embargo, casi siempre están a casa llena con huéspedes que vienen de diferentes zonas de Venezuela y hasta fuera de las latitudes del país, atraídos en principio por la experiencia de conocer las diferentes especies que se pueden apreciar en el bosque. Pero además por la oferta que muestra este sistema de alojamiento engalanada por su piscina, la comodidad de sus espacios y su spa que pone la guinda sobre el pastel de relajación que el citadino busca.




La Vista Desde Arriba es Fantástica
Por si fuera poco el parque no sólo se puede ver desde abajo sino que desde hace algunos años la aventura se puede disfrutar desde las alturas. Para esto fue incorporada la actividad de arborismo donde los más arriesgados suben a una plataforma de veinticinco metros y desde allí comienza el descenso por cuatro estaciones más donde se pueden observar los centenarios árboles que componen este bosque. Si se corre con suerte uno que otro pájaro carpintero se dejará ver en el recorrido. La guiatura está a cargo de jóvenes estudiantes de la zona de San Felipe y sus alrededores que han sido entrenados durante años para entretener con sus piruetas pero principalmente para ofrecer seguridad a las personas que deciden deslizarse sobre las copas de los árboles para ver desde otro punto de vista uno de los parques más bonitos con los que cuenta Venezuela.
-          ¿El lugar se cierra algún día?
-         ¡ Nooooo! dice Julio enfático, " aquí abrimos de lunes a lunes para que cualquier día de la semana el turista pueda disfrutar del paraíso".




COORDENADAS
Horarios: Lunes a Domingo de 8:00 AM a 5:00 PM
Contactos: (58)254-6000000 / 414-9542982 mercadeo.ventas@hotellantiguamision.com